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01 Julio 2014

La formación en las sociedades científicas, un concepto en constante evolución

ESPECIAL FORMACIÓN


“En la SEPES podríamos decir que, escuchando la demanda de nuestros socios, hemos vinculado el concepto de formación al de intercambio y actualización de conocimientos y experiencias clínicas y científicas entre los profesionales, inquietos por conocer y aplicar, en su caso, lo que otros colegas estén haciendo. No creemos que sea nuestro fin dar una formación al uso, para eso están los centros de formación académica, sino atender a la demanda que nos llega de nuestros socios para acercarles, de una forma asidua y variada, las técnicas, los métodos, el uso de las nuevas tecnologías y el aprendizaje de los éxitos y los fracasos de sus colegas, en cuanto a la prótesis y la estética dental”. Así es como explica el doctor Nacho Rodríguez, presidente de la Sociedad Española de Prótesis Estomatológica y Estética (SEPES), cómo es la formación que ofrece esta organización a sus asociados y a la comunidad odontológica en general. Las sociedades científicas se han convertido en una de las piezas angulares de la formación continuada en la Odontología en España, y nuestro país cuenta en la actualidad con un gran número de este tipo de organizaciones profesionales.

Como muy bien señala el doctor Rodríguez, no se trata de competir con el ámbito académico a la hora de ofrecer formación a los dentistas, sino de poner a su disposición programas de actualización de conocimientos y prácticas más apegados al día a día de la consulta y, en particular, de una especialidad odontológica concreta. “Los profesionales demandan una enseñanza práctica, aplicable al día a día de la consulta. Además del conocimiento teórico que se ha venido enseñando hasta ahora, los odontólogos necesitan saber cómo trabajar coordinados, cómo atender a sus pacientes desde el punto de vista multidisciplinar y cómo organizar con rigor y base científica los planes de tratamiento”, apunta en este sentido la doctora Paula Matesanz, vocal de Formación de la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA). En la actualidad, algunas sociedades, como la SEPA, incluso van más allá de su propio ámbito de especialización científica para ofrecer a sus asociados una formación más integral de cara al ejercicio profesional en la clínica: “Nos demandan enseñanzas de gestión e información para hacer frente a las dificultades de estos tiempos y para adaptarse a la realidad del cambio que ha experimentado la profesión en los últimos años”.
 
La formación científica, en cualquier caso, es uno de los pilares sobre los que se fundan las sociedades científicas médicas, y sobre los que se desarrolla buena parte de su actividad, como recuerda el doctor Rafael Cisneros, presidente de la Asociación Española de Endodoncia (AEDE): “Las sociedades científicas tienen como uno de sus objetivos fundamentales la formación. En el caso de la AEDE, celebramos anualmente un congreso, así como otros encuentros con formato de simposio o los que denominamos congresos de invierno”. “Es uno de los puntales más importantes, ya que la mayoría de las sociedades tiene dentro de sus objetivos intervenir o colaborar en la formación continua de sus afiliados”, señala también en ese sentido el doctor Fidel San Román, presidente de la Comisión de Docencia de la Sociedad Española de Implantes (SEI) y miembro de su Junta Directiva. El doctor David Gallego, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Bucal (SECIB) lo ratifica: “Las sociedades científicas están llevando, junto con las universidades, una parte importante de la formación continuada de los profesionales del sector; lógicamente, cada sociedad contribuyendo en su área específica y con los recursos de que dispone. Pero todas se involucran en mayor o menor medida en la formación continuada”.
 
Las sociedades científicas no son el único agente a la hora de ofrecer formación continuada, pero lo que las diferencia es, por un lado, no tener ánimo de lucro en esta actividad formativa y, por otro, estar muy enfocadas hacia la excelencia científica y pedagógica en un área concreta de especialización de la práctica odontológica y con un público muy concreto. Lo explica la doctora Matesanz al exponer la orientación de los programas de la SEPA: “Ante la enorme y heterogénea oferta formativa que hay en el mercado, la Sociedad Española de Periodoncia tiene la responsabilidad de diferenciarse en cuanto a rigor científico, calidad y accesibilidad. La SEPA trata de acercar el conocimiento de la periodoncia y la terapéutica con implantes dentales a todo el equipo de la salud bucodental. Intenta dar cobertura a las necesidades de todas las partes implicadas, sabiendo, por la propia experiencia de nuestros ponentes y coordinadores, dónde debe ponerse el énfasis en los temarios, y tratando de transmitir nociones teóricas y prácticas aplicables al ejercicio de la profesión desde el primer día, sin intereses comerciales ni personales”. 
Formatos accesibles
 
Para llevar a cabo estas actividades formativas, las sociedades científicas ofrecen programas completos anuales, más ambiciosos y extensos cuanto mayor es la sociedad científica y sus recursos. La SEPA, por ejemplo, es una de las que más volumen de formación odontológica provee en nuestro país. Como explica su vocal de Formación, lo hace “en tres bloques de conocimiento: periodoncia e implantes, higiene y gestión, y dentro de cada bloque trabajamos con distintos formatos de cursos: aulas clínicas, cursos modulares, cursos intensivos, sesiones, cursos on line, etcétera”. Para hacerse una idea del total de formación que mueve esta sociedad científica, en el año académico pasado organizó en torno a 35 cursos, en los que participaron cerca de 2.000 alumnos, a los que hay que sumar los 2.000 participantes en su reunión anual y los asistentes a sus otros encuentros periódicos. “La SEPA se ha fijado un objetivo: difundir la periodoncia para todos, y eso queda patente en nuestra oferta de formación continua. Los diferentes formatos, materias y planteamientos de nuestros cursos pretenden ayudar a promover el conocimiento de la periodoncia y la terapéutica con implantes dentales entre todos los integrantes de la clínica”, explica la doctora Matesanz.
 
El doctor San Román, desde la SEI, una entidad que llega a unos mil especialistas con sus cursos a lo largo del año, defiende que las sociedades científicas “deben atender a la difusión en la profesión de todos los avances científicos, de gestión y sociales que se produzcan”. “Los profesionales”, asegura, “quieren una formación más interactiva y que les suponga estudio y esfuerzo, ya que saben que esta es la base del aprendizaje”. Otra sociedad científica, la SECIB, viene congregando igualmente a un millar de especialistas en sus congresos anuales. Ofrece, además, un programa de formación continuada estructurada en cursos teórico-prácticos (cinco cursos para cirugía bucal general y otros cinco para implantológica), de asistencia limitada (20-30 cursillistas), a un precio asequible y con una distribución geográfica que va rotando: “La Sociedad Española de Cirugía Bucal está apostando por un modelo de formación continuada basado en dos pilares independientes, pero complementarios. Por un lado, la realización de un programa estructurado y de calidad de cursos teórico-prácticos, de grupos reducidos, que se distribuyen por distintos puntos de la geografía española para hacerlos accesibles a los profesionales interesados en la cirugía bucal y la implantológica. Y, por otro lado, la actualización anual de todos los temas candentes y de interés en el congreso anual de la sociedad, que lógicamente también va rotando geográficamente y que congrega a multitud de socios y no socios”.
 
La SEPES, por su parte, es otra de las sociedades más grandes del sector. Con sus cuatro citas anuales (congreso de otoño, simposio Valores y reuniones de invierno y primavera) logra también en torno a 2.000 inscripciones, y, entre otras cifras significativas del resto de su actividad formativa, destaca la previsión de 4.000 alumnos este año sólo con sus cursos on line. En su enfoque, como apunta el doctor Rodríguez, “la SEPES apuesta por la participación de los estudiantes y los jóvenes profesionales en todo lo que se refiera a la formación, tanto con la adjudicación de importantes becas como en la apuesta para fomentar la labor de comunicar experiencias de los jóvenes profesionales, los valores de la SEPES, en los cursos de formación y los congresos de la sociedad”. Pero, apartándose de las grandes organizaciones del sector, hay otras muchas que también desarrollan importantes programas formativos en su ámbito de actuación. Sin ir más lejos, la AEDE, una sociedad de tamaño medio, convoca a 750 especialistas en su congreso nacional anual, otros 500 profesionales en un simposio realizado cada dos años en Madrid, y 200 en su curso de invierno, también bienal.
 
Los congresos, simposios, talleres y cursos se combinan con otro tipo de actividades científicas que asimismo fomentan la formación y la actualización de los conocimientos: “Hemos diseñado un sistema de formación canalizado a través del programa de actividades científicas que realizamos a lo largo del año, así como de un programa de premios y becas a la investigación clínica y científica, articulado en diez premios anuales que otorga la SEPES”, explica el doctor Rodríguez. En la SEI, por otra parte, apuestan por un tipo de formación modular con estancias, con la vista muy puesta en la especializacón en su área científica y clínica: “Nuestra sociedad, hasta que se aprueben las especialidades oficiales, ha apostado por la formación teórico-práctica modular (diez módulos). Esta formación la desarrollamos en fines de semana, lo cual facilita mucho su ejecución a estudiantes y profesores. Aparte de ello, facilitamos la estancia de los alumnos formados en clínicas y hospitales americanos para conseguir mejor aprendizaje práctico”.
 
Las sociedades científicas están muy al tanto de las demandas de sus socios y tratan de satisfacerlas orientando los contenidos y los formatos de las actividades: “En cuanto a los contenidos demandados por nuestros asociados, destacan el uso de las nuevas tecnologías, los tratamientos y las técnicas poco invasivas y la búsqueda de una mayor predectibilidad en nuestro campo: la prótesis y la estética”, apunta el doctor Rodríguez. “En la SEPA”, explica por su parte la doctora Matesanz, “tratamos de atender al feedback que nos llega a través de nuestros coordinadores y ponentes, escuchar todas estas demandas y ponerlas en práctica a través de una oferta basada en formatos dinámicos”. 
 
En su afán por satisfacer al socio en un panorama formativo a veces muy saturado, las sociedades se muestran muy activas a la hora de ensayar formatos para sus reuniones y cursos, que hagan más atractiva y provechosa la formación. “En lo que se refiere a la tendencia”, explica el doctor Rodríguez en referencia a su experiencia en la SEPES, “hemos observado la preferencia por cursos y simposios con un programa científico defendido por varios ponentes nacionales o extranjeros de prestigio y que son referencia en los diferentes aspectos de la prótesis y la estética. Este formato de varios ponentes con participaciones de 40 minutos, o bien de un equipo de dos o tres ponentes, líderes en un aspecto concreto de la prótesis o la estética, ha tenido una grandísima aceptación este año”. “Se está demandando, en la formación continuada presencial, una mayor combinación de la ejecución práctica de los procedimientos con la teoría y la evidencia científica de los mismos”, asegura por su parte el doctor Gallego desde la SECIB. “Y para la no presencial”, continúa, “una docencia mediante las nuevas tecnologías”.
 
Congresos, las grandes citas
 
Uno de los buques insignia de la formación continuada de las sociedades científicas son los congresos, habitualmente anuales. Pero ¿siguen siendo tan importantes en un mundo en el que la oferta formativa tiende a diversificarse y en el que cada vez irrumpen con más fuerza nuevas plataformas para la transmisión de conocimientos? “Sin duda, los congresos y encuentros científicos son los que más gente reúnen, y eso permite realizar en poco tiempo una formación muy diversificada, con muchos ponentes de ámbito internacional”, señala la doctora Matesanz.
 
Desde la SEPES, cuyo último congreso anual, en Oviedo, congregó a 1.500 asistentes, la respuesta, por boca de su presidente, también está clara: “Sí, rotundamente. Los cursos, simposios y congreso anual son y serán las citas científicas de referencia para los odontólogos. La variedad de puntos de vista sobre un tema que un dentista puede observar y analizar en un congreso o en cursos con varios ponentes la obtiene no sólo de las conferencias de los propios ponentes, sino también de la relación de camaradería e intercambio de opiniones”. 
 
“Siguen siendo el vehículo de unión de los afiliados, donde se intercambian adelantos, pareceres y conocimientos”, redunda en esta línea el doctor San Román. “Los congresos, así como otro tipo de reuniones”, afirma por su parte el doctor Cisneros, “son todavía la opción más utilizada por parte de los profesionales para procurarse una ‘puesta al día’. Pero aparecen nuevas e interesantes variaciones en este tipo de formato, como son los talleres, donde los congresistas aprenden y practican las nuevas tecnologías y su aplicación en su labor diaria”. 
 
Pese a que el congreso sigue siendo una pieza clave en la actividad formativa y social de todas las sociedades, la vocal de la SEPA reconoce que las cosas están cambiando, al afirmar que “ya no es el buque insignia de la formación; este concepto está diversificándose. A lo largo del último año, el número de alumnos que asistieron a los distintos cursos que organizó nuestra sociedad superó el número de asistentes a la reunión anual”. Y de la misma opinión es el presidente de la SECIB: “Los congresos y las grandes reuniones anuales son la referencia de la formación continuada para la actualización global y directa. Eso tiene un valor añadido. Pero también es verdad que ya no son la única vía de progresión. Tienen un complemento muy bueno en el resto de la oferta formativa”.
 
Regulación, ¿quién y cómo?
 
Cuando se habla de formación continuada en el sector médico en general, y en particular en el odontológico, uno de los temas recurrentes es la falta de regulación o control sobre quién imparte esa formación y con qué garantías, en un mercado, a veces muy lucrativo, en el que se multiplican los cursos de todo tipo ofrecidos por muy diversas entidades y profesionales. “Ante la mala situación laboral que vive la profesión, los odontólogos buscan cada vez más la especialización y el conocimiento en mayor profundidad de alguna de las ramas de la odontología, intentando así destacarse del resto. Esta necesidad formativa ha hecho que proliferen los cursos de especialización y la oferta de formación continua en general. Sin embargo, parte de esta oferta va ligada a casas comerciales y a clínicas privadas, que transmiten un conocimiento parcial en algunos casos. Sería necesaria una regulación de esta oferta para garantizar la transmisión de mensajes objetivos y universales”, apunta en este sentido la doctora Matesanz. El doctor San Román alude a ese gran interés de la profesión por la formación continuada, pero asimismo advierte de las carencias en la oferta: “Mucha formación de la ofertada es o de baja calidad o muy cara”. En palabras del doctor Gallego, de la SECIB, “la formación continuada que se ofrece a los profesionales de la odontología española peca de ser excesiva en volumen y, de forma general, escasa en estructuración. No obstante, que haya demasiada oferta no necesariamente tiene que ser perjudicial, pero sí que esa gran oferta no esté en parte estructurada o no sea de calidad”.
 
En relación con una posible regulación de la formación continuada en el sector, no es extraño que las miradas se vuelvan también hacia las sociedades científicas, que podrían jugar un papel importante en la supervisión y la certificación de los programas formativos en sus áreas de especialización. “Parece evidente la necesidad de que toda la formación continua que se imparte siguiera unos parámetros comunes y estuviera regulada para asegurar a los participantes unos mínimos de calidad y rigor”, explica la doctora Matesanz: “Esto no existe hoy en día, pero sería recomendable que existiera en el futuro, junto con una obligación de un mínimo de formación anual para todos los profesionales. Por supuesto, en ese contexto deseable, las sociedades científicas podrían tener un papel relevante en la certificación y garantía de los contenidos que se impartan”. “Sin duda alguna”, afirma el doctor Gallego, “la formación continuada debería regularse mejor. En esa línea, la Universidad en un nivel y las sociedades científicas en otro deberían centralizar la certificación de una formación continuada estructurada y de calidad”.
 
Y algo parecido apunta el doctor Cisneros, quien, no obstante, lanza la piedra hacia la Administración, que es quien debe comandar esta iniciativa: “Entendemos que las sociedades científicas son uno de los pilares fundamentales en la regulación de la formación continua, pero no podemos olvidar que cualquier regulación que tenga valor legal pertenece al ámbito de la Administración”. El doctor San Román, desde la SEI, tampoco ignora el papel que debe jugar la Administración en este sentido: “La regulación o la acreditación de la formación continua no es el fin de las sociedades. Estos pasos los deben dar las entidades públicas estatales o comunitarias”.
 
Crisis económica
 
Los dentistas españoles parecen mostrar un gran interés y compromiso por la formación continuada: “Al menos esa es la sensación que nos deja la gran afluencia de socios y no socios que acude a nuestros cursos y encuentros científicos”, apunta la doctora Matesanz. El doctor Gallego se manifiesta en un sentido parecido: “Incluso con la difícil situación socioeconómica que se vive, o precisamente por ello, cada vez hay un mayor interés de los profesionales, sobre todo los jóvenes, por la formación de nivel. Tal vez sea mayor el interés por la formación inicial, para estar más preparado para la salida al difícil escenario profesional, pero sin duda que ese interés formativo tendrá continuidad en una formación continuada constante”. Ante esta demanda, el sector sigue mostrando un gran músculo para la formación, pero no es descabellado pensar que las dificultades económicas relacionadas con la crisis económica hayan afectado también a la organización de los programas formativos de las sociedades científicas: “Ha afectado mucho. En los últimos años ha habido que cancelar muchos cursos por falta de inscripciones. La dificultades son mayores y las sociedades los tenemos que ofertar a precio de coste”, señala el doctor San Román. “No cabe duda de que las limitaciones económicas dificultan la realización de los cursos”, afirma por su parte la doctora Matesanz. “Sin embargo”, continúa, “en SEPA, el esfuerzo complementario que nos brindan específicamente en formación continuada las empresas colaboradoras, así como de manera indirecta el resto de los patrocinadores, está permitiendo que consolidemos nuestra oferta en formación aumentándola y mejorándola cada año”. 
 
“La crisis nos ha llevado a adaptarnos a la nueva situación”, afirma también el doctor Rodríguez. “En la SEPES hemos hecho un esfuerzo importante para poder acercar nuestra oferta formativa a todos nuestros socios, sea cual sea su capacidad económica. Hemos estipulado unas tarifas de inscripción muy reducidas, y este es el segundo año que hemos aplicado un descuento adicional significativo en la inscripción de todos nuestros socios en el congreso anual”.
 
En esta coyuntura, el papel de la industria, ahora más que nunca, parece decisivo para ayudar a sacar adelante los programas de formación de las sociedades científicas odontológicas españolas. “Sin la colaboración de los patrocinadores y empresas colaboradoras sería difícil poder ofrecer a nuestros alumnos un programa como el de la SEPA. La difícil coyuntura económica hace necesario, además, ajustar las tarifas de los cursos al máximo, por lo que es imprescindible poder contar con financiación adicional para sufragar los costes de un programa tan extenso como el nuestro”, asegura la doctora Matesanz. “En general no existe ningún tipo de ayuda pública”, explica también el doctor San Román en esta línea. “A veces”, continúa, “el Consejo y los colegios colaboran parcialmente en la financiación, pero las entidades que más colaboran son, sin lugar a dudas, las empresas del sector. La empresa ocupa el papel más importante en la financiación tanto de la formación como de la investigación en Odontología”. El presidente de la SECIB apunta en la misma dirección: “En esta situación de dificultad se vuelve casi imprescindible la optimización de los recursos disponibles y el tener el apoyo de la industria, pero cuidando tanto que la misma pueda tener el retorno de prestigio y marketing que justifica su apuesta como la independencia de la docencia impartida”. “La SECIB invierte recursos económicos y docentes en potenciar la formación continuada para los socios y no socios interesados en la cirugía bucal y la implantológica”, continúa el doctor Gallego, “y su industria asociada, a la cual estamos muy agradecidos, colabora y tiene un papel fundamental en la viabilidad de este proyecto”.
 
Desde la SEPES también se apunta al esfuerzo que hacen todos los implicados en la programación de actividades formativas, incluida la industria: “Podemos decir que la tarta de la formación está participada por partes más o menos iguales entre los diferentes agentes, por lo menos en lo que respecta a la SEPES. La demanda de nuestros socios nos hace crecer en proyectos de formación, sus necesidades de accesibilidad nos han llevado a crear la formación on line; el interés por conocer la visión de diferentes ponentes en un solo curso nos ha hecho que propongamos los nuevos simposios y cursos. La industria por supuesto es muy importante, sobre todo en la organización del congreso anual, en el que su participación en la exposición comercial es decisiva”. 

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